¿Qué define a una sociedad justa? ¿Cómo podemos asegurarnos de que todas las personas, sin importar su origen o situación, tengan las mismas oportunidades para su desarrollo favorable? Estas preguntas nos llevan al hablar y profundizar sobre la ética en la gestión de servicios sociales.
Empecemos por el principio, ¿Qué es la ética?
La ética, en su esencia más pura, es el estudio de lo que es correcto y lo que es incorrecto, lo que es bueno y lo que es malo. Se trata de un conjunto de principios y valores que buscan un comportamiento humano basado en el respeto, la justicia y la responsabilidad hacia los/as demás y hacia la sociedad en su conjunto.
En el ámbito de la gestión de servicios sociales, la ética implica no solo cumplir con las leyes y regulaciones, sino también actuar de acuerdo con un conjunto de normas y estándares morales más elevados. Es decir, que trata de tomar decisiones firmes que prioricen lo más importante: el bienestar y la dignidad de las personas con las que trabajamos.
La ética en la gestión de servicios sociales requiere de un compromiso con la integridad, la transparencia y la responsabilidad. Para ello, debemos tratar a todas las personas con respeto y empatía, reconociendo y valorando su diversidad y singularidad. También implica reconocer y abordar las desigualdades y los prejuicios que pueden existir en nuestra sociedad, trabajando activamente para promover la igualdad de oportunidades y el acceso equitativo a los servicios y recursos.
La importancia de la ética en los servicios sociales
Los servicios sociales son el componente central de cualquier sociedad, ya que buscan promover la justicia social, mejorar la calidad de vida de las personas y abordar las desigualdades y necesidades sociales. No existe avance social sin la existencia de los servicios sociales, y que estos cumplan con su función y objetivo viene de la mano de una buena ética.
La ética en la gestión de servicios sociales abarca varios aspectos, incluida la toma de decisiones, la asignación de recursos, la confidencialidad, la integridad profesional y la responsabilidad social. La manera en que se manejan estos aspectos éticos tiene una repercusión significativa en la eficacia y la legitimidad de los servicios sociales.
Principios éticos en la gestión de servicios sociales
La Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) ha desarrollado un código de ética global que establece los estándares éticos para la profesión en todo el mundo.
Estos principios éticos y de integridad profesional del trabajo social son los siguientes:
Respeto a la dignidad Inherente del ser humano
Los trabajadores y trabajadoras sociales reconocen y valoran la dignidad intrínseca de cada individuo en actitud, palabra y acción. Se comprometen a mostrar respeto hacia todas las personas. Esto también implica desafiar las creencias y acciones de aquellas personas que puedan hacer daños a otros o a sí mismos/as.
Promoción de los derechos humanos
Además, deben respetar, promover y adherirse a los derechos fundamentales e inalienables de todas las personas. Basan su labor en el respeto por la dignidad de cada individuo y en el reconocimiento de sus derechos individuales, sociales y/o civiles.
Este segundo principio fomenta que los/as trabajadores/as sociales también informen a las personas sobre sus derechos básicos.
Promoción de la justicia social
Consiste en involucrar a las personas en la búsqueda de la justicia social, tanto a nivel general como en relación con las personas con las que trabajan. Esto incluye:
- Rechazo a la discriminación y opresión institucional. Promover la justicia social tanto a nivel societal como con las personas con las que interactúan directamente. Los trabajadores y trabajadoras sociales desafían la discriminación relacionada con la edad, capacidades, estado civil, clase, cultura, etnia, sexo, identidad de género, idioma, nacionalidad (o falta de ella), opiniones, características físicas, habilidades físicas o mentales, creencias políticas, pobreza, raza, religión, creencias espirituales, orientación sexual, situación socioeconómica o estructura familiar.
- Respeto a la diversidad. Los trabajadores y trabajadoras sociales trabajan para fortalecer comunidades inclusivas que respetan la diversidad étnica y cultural, teniendo en cuenta las diferencias individuales, familiares, grupales y comunitarias.
- Promoción del acceso equitativo a los recursos. Consiste en defender y promover una distribución equitativa de los recursos y riqueza.
- Desafío a políticas y prácticas injustas. Se basa en poner en conocimiento de situaciones donde las políticas y recursos son insuficientes o cuando las políticas y prácticas son opresivas, injustas o perjudiciales. Al hacerlo, deben ser conscientes de las situaciones que puedan poner en riesgo su propia seguridad y protección, tomando decisiones prudentes en tales circunstancias.
- Construcción de solidaridad. Consiste en trabajar activamente a nivel comunitario para construir redes de solidaridad y trabajar para lograr cambios transformadores y sociedades responsables e inclusivas.
Promover el derecho a la autodeterminación
El fomento del derecho a la autodeterminación implica respetar la capacidad de cada individuo para tomar sus propias decisiones, siempre y cuando estas no afecten negativamente a otras personas. Es de vital importancia que los trabajadores y trabajadoras sociales reconozcan las limitaciones de la autodeterminación en contextos económicos, socioculturales y políticos donde la libertad de pensamiento puede estar comprometida.
Promover el derecho a la participación
Los trabajadores y trabajadoras sociales deben apoyar iniciativas que fortalezcan la autoestima y habilidades individuales mediante la provisión de recursos y procesos inclusivos. Esto implica enfocarse en la inclusión de personas marginadas debido a su raza, religión, creencias, orientación sexual, situación económica, nacionalidad, entre otros aspectos.
Respetar la confidencialidad y privacidad
El respeto por la confidencialidad y la privacidad de las personas usuarias es otro principio ético central en el trabajo social. Sin embargo, esta confidencialidad puede no aplicarse en situaciones donde exista un riesgo para el individuo mismo, para otros o por razones legales. Es responsabilidad de los/as profesionales del trabajo social informar a las personas usuarias sobre estos principios y limitaciones.
Consideración integral de las personas
Se deben entender las múltiples dimensiones biológicas, psicológicas, sociales y espirituales que conforman la vida de las personas. Abordan a cada individuo de manera holística, reconociendo su integralidad. Este enfoque se emplea para desarrollar evaluaciones e intervenciones completas, con la participación activa de los individuos, organizaciones y comunidades con los que colaboran los/as trabajadores/as sociales.
Ética en el uso de la tecnología y las redes sociales
Los principios éticos delineados en esta declaración se extienden a todos los ámbitos de la práctica del trabajo social, la educación y la investigación, ya sea en interacciones presenciales o mediante el empleo de tecnología digital y plataformas de redes sociales.
Los trabajadores y trabajadoras sociales deben ser conscientes de que el uso de la tecnología digital y las redes sociales pueden plantear desafíos éticos, como la privacidad, los conflictos de intereses, la competencia profesional y la documentación. Por lo tanto, es imprescindible que cuenten con los conocimientos y habilidades necesarios para salvaguardarse contra prácticas no éticas al hacer uso de estas nuevas herramientas tecnológicas.
Integridad profesional
Este principio pone en conocimiento diferentes aspectos clave:
- Es responsabilidad de las asociaciones y organizaciones de trabajo social desarrollar y actualizar sus códigos éticos coherentes con esta Declaración. También deben informar a los trabajadores y trabajadoras sociales, y escuelas sobre estos principios.
- Los trabajadores y trabajadoras sociales deben poseer las calificaciones requeridas y continuar desarrollando y manteniendo las habilidades y competencias necesarias para desempeñar su labor.
- Los trabajadores y trabajadoras sociales respaldan la paz y la no violencia. Pueden colaborar con personal militar en actividades humanitarias y en la consolidación de la paz y la reconstrucción. Sin embargo, aquellos que trabajan en contextos militares o de mantenimiento de la paz deben priorizar la dignidad y el bienestar de las personas. No deben permitir que sus conocimientos y habilidades sean empleados para fines inhumanos, como la tortura, la vigilancia militar, el terrorismo o la terapia de conversión, ni deben usar armas en su actividad profesional o personal contra otras personas.
- Se debe actuar con integridad, evitando abusar de su posición de poder o de la confianza de las personas con las que interactúan. Deben reconocer y respetar los límites entre su vida personal y profesional, sin utilizar su posición para beneficio o enriquecimiento personal.
- Reconocen que el intercambio de pequeños obsequios es parte de algunas tradiciones culturales en el trabajo social. Sin embargo, esto debe estar referenciado en el código de ética del país.
- Tienen la responsabilidad de cuidar tanto de su bienestar profesional como personal en el lugar de trabajo, en su vida privada y en la sociedad en general.
- Reconocen su responsabilidad ante las personas con las que trabajan, asociaciones profesionales y las leyes locales, nacionales e internacionales. Comprenden que estas responsabilidades pueden entrar en conflicto y deben gestionar estos conflictos de manera ética, basándose en evidencia, experiencia y consideraciones éticas, legales y culturales. Deben estar dispuestos a justificar y transparentar sus decisiones.
- Los trabajadores y trabajadoras sociales y las organizaciones se esfuerzan por crear espacios tanto en sus entornos laborales como en sus países, donde se puedan discutir, evaluar y defender los principios de esta declaración y los de los códigos de ética nacionales. Fomentan y participan en debates para facilitar la toma de decisiones informadas éticamente.